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Sin duda, el petróleo ha sido la palabra clave en el análisis de toda la historia de Oriente Medio desde el siglo XX. Ha sido la base de la economía regional. El petróleo fue la causa de la aparición del modelo de Estado rentista que constituyó la base institucional del autoritarismo árabe. Fue de nuevo el petróleo el que determinó el valor estratégico de Oriente Medio en la política global. En cierto sentido, el petróleo ha definido el destino de los estados árabes de la región.
¿Ha utilizado el mundo árabe este don natural correctamente? La respuesta a esta crítica pregunta está vinculada a la respuesta a otras preguntas. ¿Utilizaron los árabes los ingresos del petróleo para crear un régimen democrático? ¿Utilizaron los ingresos del petróleo para crear gobiernos socialmente legítimos? Igualmente crítica es la siguiente pregunta: ¿utilizaron los árabes esos enormes ingresos para transformar sus economías? Una respuesta breve rara vez es suficiente para tantas preguntas. Sin embargo, en este caso “no” es la respuesta a todas estas cuestiones. Entonces, ¿qué ha ocurrido con todos los ingresos procedentes del petróleo? ¿Cómo han fracasado los actores regionales con tantos miles y miles de millones de dólares de ingresos petroleros? Ese dinero fue utilizado simplemente para subsidiar las lagunas de los sistemas políticos autoritarios durante décadas. Una enorme fuente de dinero fue utilizada, por lo tanto, de manera altamente inapropiada. Sostener el autoritarismo con dinero es igual a quemar papel moneda para calentar una casa. Únicamente funcionaría en caso de tener la cantidad necesaria de dinero. Sin embargo, nunca generaría un sistema de larga duración. En el momento en que haya perdido usted todo su dinero, sentirá frío.
Los precios del petróleo podrían subir de nuevo. Sin embargo, es probable que ciertos desarrollos tecnológicos y económicos rebajen la importancia del petróleo de todos modos. Los países occidentales desarrollados han llevado a cabo una transformación seria en términos de recursos energéticos alternativos. En comparación con los productos de alta tecnología de estados occidentales desarrollados, los precios de los productos básicos de comercio continuarán probablemente en niveles bajos. La esencia del problema no es el precio del petróleo. Es más que eso. Occidente está a punto de entrar en una nueva fase de la revolución industrial; muchos la llaman la cuarta revolución industrial. La ironía es que numerosos estados de Oriente Medio aún no entrado en la segunda o la tercera. Es cierto que el avance tecnológico en curso en los estados occidentales haría que esas sociedades fueran mucho menos dependientes de los productos básicos tradicionales como el petróleo.
Sin petróleo, varios países de Oriente Medio se enfrentarían a enormes dificultades para mantener el orden político. Puede que lleve tiempo, pero es inevitable. Gobiernos centrales inestables pueden generar crisis al estilo de la que se está viviendo en Siria y en las es probable que ciertos grupos étnicos y sectarios dominen la política regional. En este sentido, Oriente Medio se parecerá a la Europa posterior al Imperio Romano, conocida tradicionalmente como el orden medieval. El neo-medievalismo en Oriente Medio es una posibilidad seria en forma de caos profundo, con muchos grupos subestatales opuestos gobernando geografías superpuestas sin fronteras claras. Si éste es el escenario, los países estables con recursos alternativos como Irán(y quizás Turquía) encontrarían grandes oportunidades. En un Oriente Medio sin petróleo, habrá dos activos clave: la fortaleza institucional y la producción económica no dependiente del petróleo. El agua podría ser un tercer recurso.
¿Se mostrará Occidente tan interesado en la región como lo ha estado durante el siglo pasado? Hoy en día, Oriente Medio es parte de la agenda global no debido al petróleo, sino a causa de las amenazas de seguridad que genera, como el Estado Islámico de Irak y el Levante (ISIL). Esta situación continuará muy probablemente y obligará a Occidente a formular una “estrategia negativa” que se centraría más en riesgos que en oportunidades. Me temo que, si se lleva a cabo, esta estrategia negativa sería una noticia muy mala para aquellos que aspiran a la democratización de la región.
Gökhan Bacik/TZ
