¿Por qué tanta gente insulta a Recep Tayyip Erdoğan? ¿Insultó alguno de los presidentes anteriores a los ciudadanos, se burló de los partidos de la oposición o inició polémicas con ellos? Pensemos en Mustafa Kemal Atatürk, İsmet İnönü, Adnan Menderes, Süleyman Demirel o Turgut Özal.
Ninguno de estos presidentes recurrió al menor insulto. Todos ellos eran experimentados hombres de Estado que habían interiorizado los principios del arte de gobernar. Ellos no se sintieron en la obligación de recurrir a tales actos o bien se abstuvieron de caer en ellos. Esto se debe a que la Presidencia constituye una posición conciliadora, que está por encima de los partidos, que abarca a todos los segmentos de la sociedad. Es la posición más alta del Estado que busca mantener el equilibrio social. Por esta razón, el artículo 299 del Código Penal Turco (TCK, en sus siglas en turco) define insultar al Presidente como un delito. La persona que insulta al Presidente es castigada con una pena de uno a cuatro años de prisión.
¿Qué sucede cuando se insulta al presidente?
Por ejemplo, si alguien insulta a un Presidente con palabras tales como “Hashashin” (o asesino), “sanguijuela” o “vampiro”, sería condenado a prisión. Pero cuando Erdoğan insulta a millones de personas con las mismas palabras, no es sancionado porque tiene inmunidad.
Si un ciudadano se refiere al Presidente como un “miembro de una organización terrorista” o “terrorista” o si una persona impertinente se atreve llamar al Presidente “agente del Mossad” o “agente de la CIA,” sería castigado por insultarle. Pero cuando Erdoğan insulta a millones de personas con las mismas palabras, no es sancionado porque tiene inmunidad.
Si un periodista o columnista llama al Presidente “traidor”, sería castigado por insultos. Pero si Erdoğan se refiere a ciertos fiscales, jueces, columnistas, celebridades e incluso al Ministro de Economía, Ali Babacan, al gobernador del Banco Central Erdem Başçı, al Presidente de la Asociación Turca de Industriales y Hombres de Negocios (TÜSIAD, en sus siglas en turco), Muharrem Yılmaz y líderes de la oposición como “traidores”, no será sancionado porque tiene inmunidad.
Si un manifestante llama al presidente “ladrón” o “asesino”, sería castigado por insultos. Hay docenas de estos manifestantes. Muchas personas, entre ellas Miss Turquía y un adolescente de 13 años de edad, son sometidos a juicio por insultar a Erdoğan. Sesenta y un periodistas fueron condenados a pagar una indemnización por insultar a Erdoğan, mientras que 22 periodistas se encuentran actualmente en prisión.
Pero cuando Erdoğan profiere los insultos antes mencionados contra millones de personas, es inmune.
Demirel, Özal y la oposición
Por ejemplo, a los políticos del Partido Republicano del Pueblo (CHP) no les gustaba Demirel pero cuando visitó la sede del CHP, fue recibido con respeto. Del mismo modo, Özal era recibido con flores en la sede de todos los partidos. Ciertamente, había competencia entre los líderes de los partidos y los políticos, pero sin la hostilidad que vemos hoy en día. Esto ya ha sido confirmado por Bülent Arınç: “En el pasado, nuestros rivales nos respetaban, pero hoy en día el 50 por ciento de la sociedad nos odia. Existe polarización. Turquía puede llegar convertirse en un país que difícilmente pueda ser gobernado…” Pero, ¿quién es el responsable de esto?
Si todos los insultos proferidos contra Atatürk, İnönü, Menderes, Demirel y Özal son lanzados en contra de Erdoğan en tan sólo un mes, podemos entender claramente el origen del problema. Pronunciar todo tipo de insultos en todos los segmentos sociales sin restricción, polarizar a la sociedad en alevitas y suníes, denigrar a los armenios y los judíos al referirse a alguien en los términos: “discúlpeme, pero es usted armenio” o “niño judío”, hacer que las multitudes que acuden a los mítines abucheen a una madre que perdió a su hijo e injuriar a los muertos puede ser catalogado como la fuente de este odio.
Por cierto, deberíamos ser justos. También hay personas y grupos que no son humillados sino que son considerados en alta estima por parte de Erdoğan: Doğu Perinçek; el Partido de los Trabajadores (İP, en sus siglas en turco); los acusados en las demandas contra Ergenekon y Balyoz (almádena o mazo) – organizaciones clandestinas anidadas dentro del Estado que trataban de derrocar o manipular al gobierno elegido democráticamente; el Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK); la Unión de Comunidades del Kurdistán (KCK); Abdullah Öcalan; y Kandil – los líderes del PKK en los campamentos del PKK situados en las montañas Kandil en el norte de Irak.
El precio de los insultos contra el público
Sin duda hay un precio que Erdoğan está amargamente pagando actualmente por los insultos. Como habrán podido observar, ya no puede mezclarse con los ciudadanos. No puede salir del palacio sin un ejército de guardias. El año pasado, no pudo asistir a la Copa Presidencial. No puede ir a estadios ni a pabellones deportivos si no están llenos de partidarios del Partido de la Justicia y el Desarrollo. No puede pasarse por los mercados. Si por casualidad se pasa por uno, podría ocurrir otro escándalo similar al ocurrido en Soma. El mes pasado se celebraron las ceremonias fúnebres en memoria de 10 mártires, pero no pudo asistir a ninguno de ellos por temor a enfrentarse a protestas en su contra.
Cuando decide hacer una aparición pública, se pone en marcha un protocolo de seguridad de Corea del Norte. Lo que quiera que se haga para Kim Jong Un se hace para Erdoğan. No puede comer de cualquier modo. Su comida es analizada con equipos electrónicos que se encuentran únicamente en bases de la NASA.
Erdoğan está aislado no sólo de Turquía, sino también del mundo. No puede volar a los EE.UU. o a los países europeos. No puede hacer una visita oficial a un país con una democracia real. Nadie viene de esos países para una visita oficial. No podemos hablar con los líderes mundiales por teléfono. Él sólo envía mensajes de “humo” gritando “¡Oh, Obama”, o “¡Oh, Merkel”. Él es consciente de esta situación, pero intenta cubrir este escándalo diciendo: “No me importa la soledad”.
¿Puede hacer apariciones públicas en la televisión? No puede dar una entrevista a cualquier periodista. Entre los periodistas con los que él habla se incluyen partidarios fanáticos del Partido AK que se disfrazan de periodistas, y auxiliares de vuelo, como Akif Beki, que le siguen de cerca. O bien le acarician la mejilla y le preguntan: “Señor, ¿cómo mantiene su energía? ¿Qué come?”, como Mehmet Barlas, o pronuncian frases que pueden ser consideradas como el máximo ejemplo de adulación al estilo de: “Ya no puedo imaginar nada más porque incluso antes de que yo imagine algo, usted ya ha hecho que suceda”.
Por lo tanto se puede deducir que él cosecha votos con el discurso del odio. Esto hace que le sea imposible realizar apariciones públicas.
* Veysel Ayhan es director editorial del diario Zaman.