Primero fue “mi amigo Assad” y luego “mi segundo hogar, Irán”, seguido de “mi amigo Ahmedinejad” y, por supuesto, “mi aliado Putin.”
Uno a uno, hemos sido testigos de los enfrentamientos entre Ankara y todos estos “amigos”. El último caso involucra al líder ruso. A lo largo de la historia de la República de Turquía es posible que las relaciones entre Turquía y Rusia nunca hayan sido tan buenas como lo habían sido con Recep Tayyip Erdoğan y Vladimir Putin en el poder. Los dos líderes han tenido – hasta ahora – una relación basada en la confianza mutua, con líneas rojas claras y “acuerdos de caballeros” dando forma a las situaciones. Incluso el hecho de que Turquía y Rusia estuvieran apoyando a diferentes bandos en Siria no pareció afectar a las relaciones Putin-Erdoğan. El denominador común que ha vinculado a Erdoğan y su “amigo” Putin hasta hoy ha sido su tendencia mutua para resistirse a valores políticos como la democracia al estilo occidental, el pluralismo, la transparencia y la rendición de cuentas. También han estado interesados en cooperar cuando se trata de ámbitos de ganancia fácil, sobre todo en relación a la energía. Bajo el gobierno del Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP), Turquía ha mantenido un perfil más bajo y una menor presencia política exterior firme en Asia Central que durante cualquier otro gobierno de la república. Ankara ha tenido cuidado de entrar en la cuenca de energía de Putin para no competir abiertamente con Rusia. De hecho, bajo el gobierno del AKP, Ankara llegó al punto de declarar a algunos miembros de la oposición de Turquestán en China “terroristas” con el fin de mantener las buenas relaciones con Beijing; dejando claro que estaba del lado de la unidad del territorio para China, Ankara también hizo un llamamiento a la Organización de Cooperación de Shanghai (OCS) para admitirlo como miembro, afirmando: “salvadnos de las puertas de la UE”.
Así que debemos hacernos la siguiente pregunta: ¿cómo es posible que la misma Turquía, que estaba disfrutando de esas relaciones fuertes y buenas con Rusia, decidiera resolver un violación menor del espacio aéreo no de manera diplomática, sino más bien derribando un avión, provocando así un enfrentamiento militar sin precedentes en el frente de la OTAN? Aunque Turquía ha tenido algunos incidentes en el pasado en los que ha derribado aviones pertenecientes a otros países – si bien siempre dentro del marco de consenso- los anuncios sobre estos incidentes al público siempre han sido llevados desde el Estado Mayor de las Fuerzas Armadas. ¿Por qué lo ha sabido esta vez el público turco directamente del Presidente Erdoğan? Además, ¿cuál de los dos líderes fue el primero en romper el acuerdo de caballeros que ayudó a dar forma a las relaciones entre ellos?
¿Acaso intentó Turquía recuperar su estima?
¿Vemos un intento de Ankara por recuperar algo de la estima perdida, disparando a un avión ruso para luego mirar a Moscú directamente a los ojos? Después de todo, esta es la misma Turquía cuyos propios aviones han sido derribados en el pasado, cuyo barco fue golpeado en aguas internacionales tanto por Israel como por Libia, y cuyos cónsules han sido secuestrados. Pero si, por ventura, este es el caso, entonces ¿por qué tan solo pocos minutos después de que el avión fuera derribado la OTAN convocó una reunión de emergencia?
Parece muy extraño que los mismos políticos que han confiado hasta ahora en cansados clichés al estilo de Oriente Medio sobre “las potencias extranjeras aliadas en una cruzada”, o “este o aquel otro lobby” y toda una serie de teorías de la conspiración llamen a las puertas de la OTAN en el momento en que se produce el intercambio de fuego. Si, de hecho, Turquía disparó a ese avión ruso creyendo que la OTAN acudiría a su rescate, entonces tenemos que colgar un gran candado en la puerta principal de nuestro Ministerio de Relaciones Exteriores y decirle a alguien – un yerno, un primo, cualquiera – que venga y vigile el negocio mientras nos escondemos en la esquina.
Desde los primeros días de la crisis siria, la actitud de Occidente ha sido algo así como “Me voy a quedar al margen de este asunto; si Turquía realmente quiere entrar, no obstante, debería ponerse sus botas de lluvia y liderar la situación.” Del mismo modo que la OTAN nunca se ha enfrentado a Rusia a raíz de la presencia de este último tanto en Osetia como en Ucrania, va a reaccionar en consecuencia en esta ocasión también. Y en este sentido, las primeras reacciones tras el derribo que llegaron desde nuestro socio estratégico, los EE.UU, fueron también notables. El portavoz del Pentágono Steve Warren afirmó: “Es un incidente entre los gobiernos de Rusia y Turquía. No es algo que concierna a los EE.UU.” Esta declaración por sí sola parece ser un resumen claro y conciso de algunos de los problemas a los que estamos a punto de enfrentarnos en un futuro próximo.
¿Qué tipo de represalia podemos esperar?
La ciudadanía rusa no está acostumbrada a este tipo de situaciones. Tampoco están acostumbrados los turcos al hecho de que su país dispare contra aviones militares de una superpotencia. La situación más reciente a la que tenemos que mirar se produjo cuando Turquía bombardeó los puertos rusos en Sevastopol y Odessa – un acto que formó parte de la Primera Guerra Mundial – y creo que todos podemos recordar cómo terminó esa película. Existe ahora una presión muy seria sobre Putin en relación a posibles represalias contra Turquía. Moscú ahora percibe a Ankara como un enemigo traicionero cuyo verdadero objetivo es el de proteger a los terroristas. Putin, quien cree firmemente que Erdoğan ha pisoteado las líneas rojas entre ellos, ha declarado “Me han traicionado.” No hay duda de que Moscú ya se está preparando para publicar documentos que puedan dañar la reputación y posición de Turquía en la escena mundial. También es probable que Moscú juegue ahora con la energía y el comercio exterior tratando de provocar un desequilibrio económico en Turquía. Es más, en su objetivo de superar su dependencia del gas natural de Moscú, Ankara había adjudicado una licitación para nuevas instalaciones de energía nuclear a una empresa rusa.
El hecho de que hayamos llegado tan rápidamente a un punto álgido con Moscú, a pesar de lo que parecían ser unas relaciones firmes, es motivo para que nos cuestionemos nuestras decisiones en política exterior.
Parece probable que Turquía, en aras de favorecer decisiones de interés a corto plazo sobre la planificación a largo plazo, va a ser vista por el resto del mundo como un país típico de Oriente Medio en cuanto a sus decisiones.
¿Por qué Turquía siempre se equivoca?
Con Ankara eligiendo un conjunto de políticas exteriores basadas no en principios ni valores, sino únicamente en sus propios intereses, está ahora destinado a experimentar en cuanto a las relaciones con Moscú algo similar a lo que experimentó no hace mucho tiempo con Damasco y con Teherán: lazos intensos y estrechos, seguidos de enfrentamientos.
Nuestros archivos están abiertos y son claros; en numerosas ocasiones en el pasado hemos afirmado que cuando se establecen relaciones de política exterior con países cuyos valores no compartimos, existirán limitaciones en cuanto a lo cerca que llegaremos a estar y en cuanto al hecho de que necesitamos operar en base a esta realidad. Cuando Turquía estaba ocupada celebrando reuniones de gabinete conjuntas con el gobierno de Assad, aquellos que expresaron sus advertencias fueron despreciados por no ser capaces de entender la “nueva Turquía.” Parece que los que están al mando de Turquía no eran capaces de ver las fronteras concretas que definen las relaciones con los vecinos, sin importar lo maravilloso que puede ser para fomentar unas relaciones más estrechas.
Después de todo, si sus temores de seguridad son legítimos y actúan ustedes en el marco de las reglas consensuadas, pueden derribar cualquier avión que deseen, ya sea ruso o americano. Pero, ¿dónde estaba esta chulería cuando Ankara apelaba ayer a la OCS para admitirlo, o mientras disponía su presencia en las tierras de Asia Central a Moscú en bandeja de plata? Cuando usted no comparte los estilos o valores del proceso de toma de decisiones con los mismos países que defiende como sus “amigos”, es inevitable que experimente usted enfrentamientos con ellos tarde o temprano. La semana pasada, por primera vez en la historia, un miembro de la OTAN derribó un avión ruso. Aunque esto podría convertir a Ankara en un “héroe” para algunos en el frente interno a corto plazo, el mundo exterior lo verá como una prueba de que Turquía es un actor impredecible. No obstante, no me malinterpreten; el problema de Siria es tan sólo uno de los errores históricos del AKP. Y el fracaso de Ankara a la hora de comprender correctamente la situación tanto en el frente nacional como internacional es algo por lo que bien podremos pagar aún más seriamente en un futuro cercano.
* El Dr. Savaş Genç es profesor en el Departamento de Relaciones Internacionales de la Fatih University