El creciente autoritarismo en Turquía ha sido el tema estrella en los círculos intelectuales de todo el mundo. No hay un solo medio de comunicación importante de Occidente que no haya cubierto el ataque contra los valores democráticos en este país. Últimamente, la detención de académicos ha convertido a Turquía en objeto de fuertes críticas por parte de los académicos de todo el mundo.
Mientras los medios de comunicaciones occidentales e intelectuales han estado criticando el régimen del Presidente Recep Tayyip Erdoğan, los políticos no plantean una sola crítica contra él. Argumentan que es beneficioso para ellos trabajar con Erdoğan hasta que vean una alternativa viable. Además, ven a Turquía como una “democracia no liberal”, donde las elecciones libres, pero no justas, determinan quién será el líder.
‘No podemos llevar la democracia a Turquía’
Cuando los grupos de la oposición hablan con oficiales europeos, estos últimos dicen: “No podemos llevar la democracia a Turquía. Es vuestro trabajo luchar por ello”. Parece que este argumento es válido. A menos que una sociedad luche por la democracia, ¿por qué querría una potencia extranjera instalar la democracia en un país?
Sin embargo, este argumento no es correcto para Turquía. No lo es por varias razones.
En primer lugar, Erdoğan ha aprendido que los países europeos no se preocupan por la democracia tanto como dicen. Lo ha aprendido por la vía difícil. Cuando el ejército turco emitió un memorando, Erdoğan esperaba que la UE elevara su voz en contra de un intento de golpe de Estado. Sin embargo, la reacción de la UE contra el memorando militar fue decepcionante. Los líderes de la UE hicieron la vista gorda a la intervención militar en la política. La reacción de los Estados Unidos fue peor que la de la UE. Estados Unidos esperó una semana para ver lo que sucedería en Turquía antes de posicionarse.
Además, la UE y los Estados Unidos apoyaron un golpe de Estado militar contra los Hermanos Musulmanes en Egipto, lo que le hizo darse cuenta aún más de que Occidente, cuando se trata de países musulmanes, no se preocupa por la democracia.
Cuando Erdoğan se dio cuenta de que la UE y los Estados Unidos no se preocupan por la democracia en Turquía, decidió jugar duro con ellos. Erdoğan sabe que Occidente no haría nada en contra de él, siempre y cuando no haya un líder alternativo y siempre que Occidente necesite Turquía por la ubicación estratégica que ocupa este país.
Como resultado, Erdoğan elimina deliberadamente a su oposición y se asegura de que no haya una alternativa disponible. En cierto modo, Occidente ayuda a Erdoğan a aplastar a su oponente y después decir: “No podemos hacer nada; es vuestro trabajo llevar la democracia a Turquía.”
Es hora de que aquellos que quieren tener más espacio democrático en Turquía inicien una conversación honesta acerca de la actitud hipócrita de Occidente. Hay que decirles que no es porque la gente en Turquía apoye abrumadoramente a Erdoğan, es porque vosotros, Occidente, le dais el apoyo estratégico que necesita para ayudarle a sobrevivir.
Sí, Erdoğan recibe el 49 por ciento de los votos gracias a la ayuda estratégica que le brindáis. Mientras Erdoğan toma medidas enérgicas contra los periodistas y confisca medios de comunicación, no decís una palabra tan sólo porque pensáis que vuestros “intereses” son más importantes que la democracia en Turquía. El casi-monopolio de Erdoğan sobre los medios de comunicación ayuda a manipular los hechos básicos, lo que a su vez le permite asegurar el 49 por ciento de los votos.
Soy consciente del hecho de que líderes incompetentes de la oposición no ganarían ningunas elecciones en Turquía, pero la democracia turca no trata sobre ganar o perder democracia. Trata sobre unas elecciones justas. Gracias a la actitud oportunista de Occidente, Turquía ya no lleva a cabo elecciones justas.
Además, entendemos que Occidente no pueda cambiar el régimen en Turquía y lo que es más importante, no queremos que Occidente lo haga. Sin embargo, lo que Occidente no debería hacer es ayudar a Erdoğan a destruir aún más nuestra democracia.
Occidente debería darse cuenta de que le beneficia preservar la democracia en Turquía. A diferencia de las dictaduras árabes, la estabilidad de Turquía no se puede mantener a través de prácticas autoritarias. La estabilidad en este país sólo puede mantenerse con prácticas democráticas avanzadas. Los últimos años son el mayor ejemplo de estas observaciones. A medida que Turquíase acerca al autoritarismo, cae en el caos social y político.
Si es beneficioso para Occidente mantener la estabilidad de Turquía, debería dejar de ayudar a Erdoğan por el bien de la “estabilidad”. Eso sólo será contraproducente.
EMRE USLU/TZ