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La crisis de confianza entre Turquía e Irak

Después del despliegue de soldados turcos en Mosul, Irak continúa solicitando la retirada turca del norte del país. Esto, y otras cuestiones, ha generado una crisis de confianza entre ambos países.

La reciente disputa entre Turquía e Irak sobre el despliegue de un pequeño contingente de tropas turcas en un campamento cerca de Mosul para fines de entrenamiento puede ser una tempestad en un vaso de agua, dado que 15 naciones extranjeras mantienen oficiales militares en Irak y el gobierno federal ha perdido efectivamente el control de una gran franja de territorio iraquí en favor de los kurdos, los grupos terroristas y las milicias suníes y chiíes.

Sin embargo, tal vez esta tensión supuso simplemente la gota que colmó el vaso, y la profunda desconfianza entre Ankara y Bagdad – que se ha ido acumulando en los últimos años debido a una serie de cuestiones – se ha traducido finalmente en la erupción de una gran crisis de confianza entre las dos naciones. Bagdad aparentemente se muestra intranquila en relación a las verdaderas intenciones de los actuales líderes políticos islamistas de Turquía, cuyo énfasis público en la integridad territorial de Irak no coincide con sus acciones. Los acuerdos energéticos unilaterales de Ankara con la región del Kurdistán y supuestos acuerdos clandestinos con militantes suníes han empujado a Bagdad más hacia el lado de Irán, creando el efecto contrario al requerido por los intereses nacionales turcos, es decir, un gobierno federal amable.

Con el respaldo de Rusia y los Estados Unidos, dos destacados miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU, así como potencias regionales como Irán y la Liga Árabe, Bagdad consiguió aislar a Ankara y avergonzar a los líderes turcos, y está decidido a incrementar aún más la crisis a no ser que Turquía ceda a las demandas de Irak para la retirada de las tropas. Este es el precio que probablemente pagará Turquía como consecuencia de graves percances en la política exterior de Turquía que han sido impulsados por motivaciones ideológicas durante algún tiempo en lugar de los intereses nacionales. Lo que es más, su terrible actuación en términos de contención de los daños y la gestión de la crisis, a menudo exacerbada por conflictivos mensajes de los políticos de Ankara, han generado a Irak, así como a los socios y aliados de Turquía, más dudas.

Turquía debería reflexionar sobre sus errores cuando grupos considerables entre kurdos, árabes, suníes y chiíes se preocupan cada vez más de los objetivos definitivos de Ankara. Es cierto que otros elementos, como la intromisión de Irán en los asuntos de Irak y el impacto de las consecuencias residuales de la invasión estadounidense, han complicado los problemas para muchos, pero eso no es suficiente para explicar los colosales fracasos de las políticas de Turquía con respecto a su segundo asociado comercial más grande. La lectura de la conversación telefónica entre el Primer Ministro de Turquía, Ahmet Davutoğlu, y su homólogo iraquí, Haider al-Abadi, el 30 de diciembre, según lo dispuesto por la oficina de al-Abadi, indica que el problema de las tropas turcas sigue en curso a pesar de los esfuerzos realizados por la parte turca para minimizarlo.

La oficina de al-Abadi reveló que durante las conversaciones el mes pasado con una delegación turca encabezada por el Subsecretario del Ministro de Asuntos Exteriores, Feridun Sinirlioğlu, y el jefe de la Organización Nacional de Inteligencia (MIT) Hakan Fidan, Ankara se comprometió a anunciar la retirada de sus tropas de Irak. Pero la parte turca no cumplió con el acuerdo. al-Abadi dejó claro a Davutoğlu que “no hubo ninguna invitación a las fuerzas turcas y no se dio ninguna aprobación en este sentido.” Incluso fue más allá, confrontando los argumentos de Davutoğlu al afirmar que “no hay ninguna razón por la que el gobierno turco enviaría instructores a zonas profundas dentro de la frontera iraquí, como Mosul, para que sus entrenadores estén en peligro cuando en realidad hay campos de entrenamiento seguros ubicadas en otras áreas.”

También acusó a Turquía de no luchar contra el Estado Islámico de Irak y el Levante (ISIL), también conocido por el acrónimo árabe Daesh. “¡Daesh está en tus fronteras desde el lado sirio y no luchas contra ellos! Y hay una gran distancia entre la presencia de Daesh en Mosul y la frontera con Turquía, por lo que no es una amenaza para Turquía desde el territorio iraquí,” señaló al-Abadi al Primer Ministro turco. También abogó por la honestidad, el coraje de enfrentarse a la opinión pública y retirar verdaderamente las tropas del territorio iraquí. No se ha proporcionado una lectura por parte de Turquía hasta el momento. Davutoğlu se limitó a decir que él llamó a al-Abadi para felicitarle por la noticia de la liberación de Ramadi de manos de ISIL por parte de las tropas iraquíes.

Ciertamente, esta no va a ser la última crisis que Turquía experimente con Irak porque el tema fundamental de la falta de confianza en las relaciones bilaterales aún no se ha abordado. Un tema espinoso para el lado iraquí que ha permanecido sin resolver durante una década ilustra perfectamente este punto aún más. Puede ser citada sin duda como una prueba circunstancial, pero ayuda a arrojar luz sobre el tema subyacente de la desconfianza. El 18 de septiembre de 2006 en Jeddah, los ministros del Interior de los países vecinos de Irak firmaron un protocolo sobre cooperación en temas de seguridad y se comprometieron a ayudar a impulsar la seguridad a lo largo de sus fronteras para impedir la infiltración de terroristas en Irak. El protocolo multipartidista fue firmado por Jordania, Irán, Bahrein, Turquía, Arabia Saudita, Siria, Kuwait y Egipto, por un lado, e Irak, por el otro.

La iniciativa de tener un protocolo de seguridad tal fue idea de Turquía, que la propuso por primera vez en una reunión anterior en Estambul los días 18 y 19 de julio de 2005. La reunión de los ministros del Interior de los países vecinos de Irak fue sugerida por primera vez durante una reunión de ministros de Asuntos Exteriores en julio de 2004, y de nuevo fue idea de Turquía reunir a los ministros del Interior en un encuentro diferente con el fin de reforzar la seguridad de Irak.

Aunque fue Turquía la que sugirió el protocolo, nunca ha sido aprobado en el Parlamento turco. El gobernante Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP) lo ha mantenido en el limbo durante todas y cada una de las sesiones legislativas, empujándolo a través de las comisiones pertinentes dos veces, pero rematándolo en el suelo por no llevarlo a votación completa. Teniendo en cuenta que el AKP ha estado dominando la agenda en el Parlamento y la mayoría de los escaños están bajo el control del partido en el poder, el acuerdo podría haber sido fácilmente aprobado por el Parlamento en cualquier momento. Sin embargo, simplemente decidió no hacerlo.

Mientras Turquía, el fundador de este protocolo de seguridad, no ha ratificado el acuerdo, los parlamentos de todos los demás firmantes, con la excepción de Irak, han aprobado el acuerdo. El fracaso de Irak proviene principalmente del estancamiento de un Parlamento que también ha fracasado a la hora de resolver una serie de cuestiones pendientes, tales como compartir los ingresos del petróleo y la demarcación de las fronteras entre las provincias, y no ha ratificado decenas de acuerdos internacionales. Por lo tanto, el caso de Turquía difiere mucho porque la incapacidad de trabajar en el protocolo ha señalado la falta de compromiso político para fortalecer la seguridad en Irak. Este problema se ha convertido en una cuestión recurrente en la agenda de temas durante las conversaciones bilaterales desde entonces.

Tal vez, el protocolo en sí no es tan enormemente importante y ciertamente no cumplía los criterios para satisfacer al Ministerio de Relaciones Exteriores de Turquía, que quería un acuerdo más sólido, preferiblemente a nivel bilateral, pero que tuvo que conformarse con menos en Jeddah cuando los socios árabes suavizaron la redacción del acuerdo y debilitaron los términos del mismo, especialmente en sus poderes vinculantes. Sin embargo, fue un compromiso y como arquitecto del protocolo, Turquía debería haberlo aprobado en su Parlamento antes que los demás como una muestra de fuerte compromiso con la seguridad de las fronteras de Irak, la lucha contra el crimen organizado y la batalla contra el terrorismo.

Los dos principales partidos de la oposición de Turquía, el Partido Republicano del Pueblo (CHP) y el Partido de Acción Nacionalista (MHP), se opusieron al protocolo, citando varias razones que carecían, en mi opinión, de un fundamento fuerte. Están preocupados de que el acuerdo pueda perjudicar a la lucha de Turquía contra el Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), cuyo liderazgo está situado en el norte de Irak. Pero en realidad no será así; el protocolo es simplemente un acuerdo complementario y no anula los acuerdos existentes entre Turquía e Irak, incluyendo un acuerdo de 1926 entre Turquía, Irak y Gran Bretaña.

Por otra parte, la introducción del acuerdo hace referencia claramente a los principios del derecho internacional, la Carta de las Naciones Unidas y sus resoluciones relevantes en relación con el tema del protocolo. El artículo 13 también establece que “Las disposiciones del presente Protocolo no afectarán a las obligaciones que emanan de cualquier tratado bilateral o multilateral vinculante para ninguna de las Partes.” Lo que es más, ninguno de los partidos de la oposición tuvo el poder de detener al AKP en su decisión de tramitar la aprobación del protocolo. De ahí que la responsabilidad sea de los dirigentes del AKP por no actuar en consecuencia.

Aunque el protocolo tiene una validez de tres años a partir de la fecha de su firma, su renovación es automática a menos que alguna de las partes desee retirarse a través de una notificación previa por escrito. Ninguno de los nueve países que firmaron el protocolo, incluyendo Turquía, ha expresado su intención de retirarse del acuerdo hasta el momento. El gobierno turco presentó de nuevo el protocolo al Parlamento para su ratificación el 3 de diciembre de 2015 y la Oficina del Portavoz lo remitió a la Comisión de Asuntos Exteriores para la deliberación el 25 de diciembre. La comisión incorporó el protocolo a su agenda de debate para la reunión del 30 de diciembre.

Sin embargo, en el último minuto, Taha Özhan, el presidente de la Comisión de Asuntos Exteriores, decidió suspender el debate sobre el protocolo, citando la falta de documentación por parte de los ministerios pertinentes. Dispuso la suspensión a votación y la comisión así lo decidió, retrasando el proceso de aprobación aún más. Tal vez el gobierno esté indicando que no es el momento adecuado para aprobar el protocolo dado el distanciamiento entre Ankara y Bagdad. Sea cual sea el motivo de la tercera ronda de los retrasos en la ratificación de este protocolo, Turquía está enviando los mensajes erróneos a Bagdad al continuar su aplazamiento, destrozando la poca la confianza que queda entre las dos capitales y perjudicando, ante todo, la credibilidad de Turquía.
ABDULLAH BOZKURT
TZ

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