Diecisiete militares, todos excepto tres personal junior, fueron arrestados la semana pasada por “pertenencia a organización terrorista” y por “intentar subvertir la República de Turquía”, tras detener unos camiones del servicio de inteligencia turco, MIT, cargados de armas y munición que se dirigían Siria. Entre los detenidos y enviados a prisión están un teniente coronel, dos comandantes, un capitán, dos primeros lugar tenientes y seis oficiales.
En un principio, oficiales del gobierno sirio insistieron que los camiones estaban cargados con ayuda humanitaria y se dirigían a Siria bajo la protección del MIT. Por su parte, la oposición y los medios de comunicación informaron que los camiones llevaban armamento pesado, cohetes, artillería y munición a los grupos de oposición sirios.
Mas tarde, el presidente Erdogan situó a la gendarmería como una agente hostil, asegurando que “se había aprovechado” en esta operación y no dudó en llamarlo “un caso grave de traición”. Por su parte, el primer ministro Davutoglu afirmó que el personal involucrado en la operación era una “prueba de la penetración de la estructura paralela en el ejército turco”. La mencionada estructura paralela es la estrategia gubernamental para referirse al movimiento Gulen y a sus seguidores. En este sentido, el Gobierno asegura que se trata de una conspiración y que los militares detenidos llevaron a cabo la operación bajo las instrucciones de la “estructura paralela”.
El juzgado, al explicar su sentencia establece que los sospechosos se conocían los unos a los otros, que conocían las operaciones del MIT y que la operación estaba diseñada para derrocar al gobierno. El juez ha calificado de irreal la defensa de los detenidos, que aseguran que no conocían la identidad de los involucrados. Por ello la decisión judicial critica entonces el supuesto intento de los militares de exponer las actividades del MIT y de la carga de los camiones para situar al Gobierno en una posición indefendible. Aun así, los detenidos que no tenían ninguna relación con el movimiento Gulen.
Uno de los acusados defiende su posición asegurando que su primera sospecha la causó una conversación telefónica del 18 de enero de 2014 sobre un cargamento de narcóticos. “Me di cuenta que el cargamento no podía ser de narcóticos porque se movía de oeste a este. Dado que el camión tenía contenedores de acero sospeche que podría llevar armas o munición. Entonces informé al Comando de la Gendarmería Provincial de Adana.
Otro militar acusado asegura que cuando llegó a la escena, había dos miembros de los servicios de inteligencia negociando con los gendarmes. Según él, los agentes del MIT dijeron: “Este camión está cargado de armas hasta arriba. Si es abierto, mañana el Gobierno caerá, el suelo temblará y el mundo tomará las armas”.
Un comunicado del Ejército afirma que la institución respeta totalmente la legalidad e independencia del poder judicial mientras que “está seriamente preocupada con la protección de los derechos de su personal”.
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