Por Laura Panqueva O.
El investigador principal para América Latina y la Comunidad Iberoamericana del Real Instituto Elcano, Carlos Malamud, evalúa en una entrevista que concedió a PUNTO DE VISTA el seguimiento de la prensa española y colombiana sobre los diálogos entre el gobierno de Santos y las Farc, la ausencia de fuentes y formatos periodísticos cuando se tocan temas relacionados con víctimas y los debates públicos que aún no se han dado en torno al proceso de paz.
¿Cómo se ha tratado periodísticamente las conversaciones entre el gobierno colombiano y las Farc?
Desde España con un enfoque, sobre todo, optimista. Es decir, si algo prima en la visión general en torno a los diálogos de paz es la creencia o la presunción, de que el proceso de paz y la paz en sí misma es necesariamente buena para Colombia.
Quizás la aproximación de algunos medios de la prensa colombiana no es tan así. Es decir, la cercanía cambia la percepción en el sentido de que lo que se incorpora también a la ecuación es cuánta pena o condena deben asumir los miembros de las FARC, por ejemplo. Algo que en España se tiene menos en cuenta, pero que en Colombia la opinión pública incorpora al análisis.
¿Cómo ha sido el tratamiento de las víctimas por parte de los medios de comunicación españoles?
Es un tema que está muy presente de alguna manera por la experiencia contra el terrorismo de ETA, lo que ha sensibilizado enormemente a la opinión pública en relación con el papel de las víctimas y está claro que desde la perspectiva de la prensa española lo que hay es esa idea de que las víctimas deben ser reconocidas en tanto tales y en el proceso de paz.
Otra cosa muy distinta es si la víctimas deben tener o no una voz en la negociación. Aquí evidentemente las diferencias políticas-ideológicas son mayores. Vamos desde quienes piensan que no tienen que tener ninguna participación, hasta quienes estiman que sí, que su voz debe ser claramente escuchada en la negociación.
¿Y en el caso de Colombia?
Evidentemente la cercanía al problema cambia un poco la visión y el análisis. Recuerdo cuando se produjo el traslado de ciertas víctimas a La Habana, uno de los temas en discusión era bueno “cómo se seleccionan esas víctimas”, pero en realidad lo que está en el fondo es ver cuál el papel de las víctimas y qué reconocimiento se podría hacer. Luego hay otra cuestión que entraría de alguna manera de lleno en el posconflicto que es el tema de la reparación. Algo que en el caso de la prensa colombiana sí se aborda de alguna forma. En el caso de la prensa española bastante menos.
¿Qué otro tipo de discusiones se podrían abordar en relación con las víctimas?
El tema de la reparación de las víctimas esconde otra discusión y es si el dolor tiene un precio. En el caso de que hayan perdido algún ser querido si eso es compensación suficiente para reponerlas, o en el caso de una persona que haya visto mermadas sus capacidades físicas como consecuencia de algún atentado, pues lo mismo. Otro elemento que se plantea es la descripción de las víctimas de uno y otro lado. Es decir, en definitiva, ¿a quién se reconoce como víctima? ¿Son víctimas los combatientes, por ejemplo? Son preguntas que de alguna manera las FARC intentan introducir en la discusión. Eso llevaría una especie de contrasentido, porque por un lado se está reivindicando un enfrentamiento de igual a igual entre los insurgentes y el Estado, pero por otro, a la hora de identificar las víctimas, se propone un perspectiva diferente.
En la agenda mediática que cubre temas de paz la voz de las víctimas parece no tener un papel central, ¿qué tipo de medidas deberían tomar los medios?
La forma más directa es dar voz a la víctimas. Y esto de dar voz significa ver qué es de la vida cotidiana de esta comunidad. Es decir, quizás, hay una pintura muy general de las víctimas, de quiénes son, pero lo que sabemos de su día a día de su manera de afrontar el sufrimiento es más bien poco. Preguntémonos cuántas historias de vida de las víctimas cuenta la prensa. Yo creo que pocas. Es decir que no veo un interés genuino de los medios por conocer con mayor detalle y precisión la cotidianidad de las víctimas.
Es esa una de sus responsabilidades…
Sí. Son ellos quienes deberían poner esto por delante de sus agendas informativas.
¿Por qué?
Porque si uno estima que las víctimas son una parte importante de la solución del conflicto pues solo conociendo cómo sienten, viven y piensan, los medios podrán aportar al posconflicto. Solo así podremos resolver sus problemas de cara al posconflicto y, evidentemente, ese va a ser un tema central.
¿Cree, entonces, que a los medios les hace falta abordar otras perspectivas y fuentes que den cuenta de la actualidad del conflicto?
Evidentemente las fuentes oficiales tienen gran presencia. Lo que ocurre es que en este momento hay una mayor atención informativa al tema de la negociación en sí misma que al tema de las víctimas.
¿Cree que los medio han cubierto de la misma manera las negociaciones que el conflicto interno?
El problema es que cuando usamos la palabra conflicto estamos encubriendo distintas cosas. ¿El conflicto es la suma de las contradicciones que existen dentro de la sociedad colombiana? ¿El conflicto es la lucha por la ley y el orden contra el crimen? ¿El conflicto es la lucha supuestamente revolucionaria de organizaciones cómo las FARC y el ELN contra el Estado por imponer un modo de Gobierno socialista? ¿Qué es el conflicto?
Es verdad que las negociaciones han atraído gran parte de las agendas informativas, que han servido para diluir otras cuestiones como, por ejemplo, el accionar de las bandas criminales, pero ahí también nos encontramos con que el impacto de cada uno de los problemas varía de forma regional y esto es algo que hay que tener en cuenta en el análisis. En Bogotá los medios dan una visión, en Medellín otra, y así. El peso de los desplazados, por ejemplo, tiene una magnitud diferente.
Los periódicos nacionales van a estar más centrados en Bogotá, aunque van a incorporar otra dimensión, pero el problema no es que los periódicos sean nacionales, sino básicamente que la prensa extranjera toma las noticias de Bogotá. Se preocupa más por la visión de la capital que por la de Cali, Medellín o Manizales.
¿La información con respecto a las víctimas está siendo politizada?
Sí. En un proceso de negociación como este donde los objetivos son eminentemente políticos, pues cualquier elemento que participa de la negociación necesariamente se politiza. Entonces, cuando, por ejemplo, se produjo el traslado de ciertos grupos de víctimas. Había discusiones sobre por qué unas sí y otras no, sobre los discursos que dieron, entonces ahí hubo una evidente politización de las víctimas. ¿Cuál es la manera de evitarlo? dándole voz y visibilidad a las víctimas, contando sus historias cotidianas.
Además de las noticias diarias, que tienen urgencia informativa, ¿qué otro tipo de informaciones necesitan ser cubiertas para aportar otros ángulos y visiones al tema de las negociaciones?
Se necesitan otro tipo de formatos para entender la realidad. La sola noticia sin análisis te da una visión muy apresurada de lo que ocurre, entonces para tener una visión más sosegada necesitas análisis.
¿De qué manera los académicas que se dedican a estudiar a profundidad estos temas podrían contribuir mayormente a las agendas informativas?
Es una corresponsabilidad entre académicos y medios. De lograr que determinados intelectuales e investigadores tengan un lugar en los medios, a través de columnas de opinión y programas.
Si bien hay columnas que aportan cierto análisis, la pregunta es ¿cuántos las leen? No es tanto que no haya corresponsalía, sino el seguimiento que hay por parte de la opinión pública a esas columnas. Pero el hecho de que sea poca gente no implica que no sea necesario.
¿Qué otro tema relacionado con las negociaciones cree usted que debería posicionarse en las agendas informativas?
Un debate sobre los costes del conflicto. Esto se ha mantenido en un doble discurso entre las Farc y el gobierno, o entre el gobierno y la oposición liderado por Álvaro Uribe.
P.V/Laura Panqueva